Hola, me llamo Agustina, tengo 39 años y soy redactora profesional. El amor por la lectura se lo debo a mi mamá. La locura por escribir llegó un poco después, cuando me regalaron mi primer diario íntimo, donde apuntaba todo lo que sucedía en mi vida.

En la adolescencia, con las hormonas revolucionadas, empecé a leer a Isabel Allende, García Márquez, Shakespeare, Becquer y podría sumar a unos cuantos más, pero no viene al caso. Por supuesto, también intenté escribir poesía. De eso, mejor no hablemos.

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Cuando terminé la secundaria, estaba preparada para estudiar Letras, pero yo no lo sabía y elegí otra carrera. Dejé de escribir, pero nunca de leer. Hasta que un día, más de diez años después, me picó de nuevo el bichito de la escritura y, ¡madre mía!, se me dio por escribir una novela. Bromas aparte, el fiasco me sirvió para darme cuenta de cuánto me faltaba aprender.

Como soy muy curiosa y pocas veces desisto de lo que me gusta, tardé, pero encontré la carrera de mis sueños: Tecnicatura en Redacción de Textos. Me anoté sin pensarlo demasiado, a pesar de que ya no era dueña de mi tiempo y que sabía que sería un esfuerzo enorme encarar algo así, con más materias de las que había tenido en la universidad.

La cursé en tres años (al final era verdad eso de que cuando hacés lo que te gusta, sacás entusiasmo de la galera). Con el título en la mano, dejé de dar vueltas y me puse manos a la obra para crear Agustina escribe, que nace de mi pasión por la literatura, pero también de mis miedos y mi esfuerzo.

“Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos de pie”.

Emily Dickinson.

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